Parlamento suizo se pronuncia a favor de la formación profesional de los "sin papeles"

Una “mini-revolución” para la sociedad helvética

Luego de la decisión del Consejo Nacional (Cámara de Diputados) de aceptar el derecho a la formación profesional de los hijos de los *sin papeles* que viven en Suiza, el tema agita el debate nacional.

Prensa, medios políticos, municipalidades y asociaciones de migrantes colocan sobre la mesa de discusión sus argumentos de defensa o sus críticas contra la decisión de los diputados, que se impuso el primer miércoles de marzo por 93 votos a favor sobre 85 en contra.
“Contra la hipocresía…”
La propuesta, sin embargo, debe ser todavía debatida en el Consejo de Estado (Senado), en el cual el resultado escapa a toda previsión.
“Poner término a la hipocresía”, subraya el editorial de la primera página del jueves 4 de marzo del periódico “24 Heures”, editado en Lausana.
En su análisis, Martine Clerc, jefa de su rúbrica nacional, enfatiza que la decisión del Parlamento “tiene el mérito de abrir un debate nacional en torno a una incoherencia que golpea a los hijos de los *sin papeles*”.
La incoherencia, para la editorialista, es la imposibilidad actual de realizar una formación profesional luego de concluir la escuela de base obligatoria.
“Champagne” (¡Brindemos!) titulariza el mismo día el editorial central del periódico independiente “Le Courrier”, editado en Ginebra, al evaluar el voto del parlamento.
Rachad Armanios, redactor en jefe adjunto, lo considera “como una notable victoria de etapa para aquellos que defienden el acceso a la formación sin discriminación alguna”.
Recordando que este voto es la continuidad de un esfuerzo de Ginebra de hace veinte años “cuando el cantón abrió el camino de la escolaridad de base a los hijos de los *sin papeles*.
“Reconocer una realidad cotidiana”
La idea que los hijos de los clandestinos puedan emprender una formación profesional es un “acontecimiento inesperado”, subraya el pediatra Bernard Borel, diputado cantonal por el Partido Obrero y Popular (POP) y miembro de la “Plataforma Migración”.
La misma, asegura en el Cantón de Vaud – con Lausana como capital- la relación entre las asociaciones de defensa de los inmigrantes y los diputados.
Las personas que no son originarias de un país europeo tienen hoy muy pocas posibilidades de obtener un permiso de estadía en Suiza.
“Para Suiza, que conoce desde hace varios años una politica migratoria cada vez más cerrada –aún más estricta que en algunos países de la Unión Europea- esta decisión “aparece como una pequeña revolución”, enfatiza en entrevista exclusiva.
Es, al fin, continúa reflexionando, “una esperanza para esos jóvenes, que van a la escuela y viven con nuestros propios hijos y que tienen la esperanza de emprender una formacion profesional”. Es el reconocimiento a una realidad cotidiana que toca a miles de trabajadores y trabajadoras sin estatuto regulado (*sin papeles*), enfatiza.
Según el diputado cantonal, “se trata de un fenónemo amplio de sociedad, haciendo referencia a un estudio oficial de hace algunos años donde se menciona la cifra de 100 mil clandestinos que viven y trabajan en Suiza, algunos de ellos, ya de tercera generación”. Cifra que según otras fuentes, puede duplicarse o aún triplicarse.
Contradicción de sociedad
Esos trabajadores sin estatuto legal, recuerda, “desempeñan en general actividades muy necesarias para la economía suiza, pagan impuestos, no esperan ninguna ayuda del Estado y viven en el marco de las leyes y las costumbres con buenos niveles de adaptación”.
En Suiza, desde años, todo niño, sea cual fuere su estatuto legal, tiene derecho a ir a una escuela primaria y hacer sus estudios de base. Tal como lo establece la Constitución respetando la Convención Internacional de los Derechos de los Niños
Sin embargo, hasta ahora, enfatiza Bernard Borel, el hijo de un trabajador clandestino no puede emprender una formación técnico-profesional.
Dado que la misma exige contar con un permiso de trabajo, imposible a acceder si sus padres no han podido regularizar su situación migratoria. “El 90 % de esas formaciones se realiza en empresas, con un curso de un día o dos en las escuelas profesionales y el resto en el centro de trabajo específico”
Es lo que se conoce en el país como “aprendizaje” o “formación dual” que dura entre 3 y 4 años, recuerda el doctor Borel.
“La inmensa mayoría de los jóvenes en el país sigue ese tipo de formación, y más todavía, los que tienen padres de las clases sociales más bajas”. O sea, recapitula, son muy pocos, ahora, los hijos de los *sin papeles* que tienen la posibilidad de hacer una formación después de concluir la escuela obligatoria hacia los 15 o 16 años….Y encontrar un trabajo, con esta edad, y sin formación, es casi imposible, lo que los empuja, muchas veces, hacia una marginalidad social creciente”.
¡Regularización colectiva, ya!
Sin bien las municipalidades de Ginebra y Lausana –con ejecutivos con mayoría socialista/verde- anticiparon en los últimos días la intención de contratar a aprendices *sin papeles*, los gobiernos de ambos cantones se muestran mucho más reticentes.
Philippe Leuba, representante de un partido de derecha y miembro del ejecutivo cantonal de Vaud, recordaba en las últimas horas, públicamente, que “por el momento la ley federal no ha cambiado. Y que ésta debe aplicarse sin privilegio”. Anticipando, como le es habitual, mano dura contra los inmigrantes.
Las voces opositoras a una apertura hacia la formación profesional de los *sin papeles*, siguen avivando un debate sobre el cual el mismo Senado de la Nación deberá pronunciarse próximamente.
El paso hacia adelante dado por la Cámara de Diputados helvética, no sólo abre una esperanza sino también actualiza un tema relegado.  Sin embargo, la reivindicación fundamental de los *sin papeles* en Suiza – como en el resto de Europa y del mundo- es la regularización colectiva.

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